Qué le vamos a hacer, para mí la puesta en escena del “Acero” me llevó a gozar el texto, a comprender la obra, ya que el trabajo de los actores servía incluso para entender palabras desconocidas del castellano antiguo que se clarificaban con la interpretación.
Kike Torres Infantes

Estrenado el 2 de octubre de 1993 · Teatro García Lorca de San Fernando de Henares, Festival de Otoño de Madrid

Sinopsis

Al fin una cabeza y un corazón, o la crónica de un espectador.
Kike Torres Infantes.

Después de asistir al estreno de El acero de Madrid, el primer impacto que recibí como espectador fue apreciar como el texto, gracias al trabajo de dirección y de interpretación, no sonaba con esa especie de “cantinela” que tantas veces había apreciado en otras representaciones de obras del teatro clásico.
Recuerdo esta sensación siendo bastante más joven, y que incluso creía que aquellos textos habían sido escritos para ser cantados, como en la Ópera, mi argumento al escuchar aquel “soniquete” era que los actores no sabían cantar y lo recitaban con cierto aire juglaresco, lo peor es que desde mi ignorancia perdía el hilo del argumento por desconocer el significado de muchas palabras y tratándose de obras grandiosas del siglo de Oro que aparecían en los libros de texto y las debíamos estudiar, uno para salir del paso construía respuestas desde la imaginación tratando de comprender la engañosa interpretación de los actores. Probablemente ustedes sigan preguntándose ¿bueno y qué?, y desde luego si lo hacen tienen razón.
En el “Acero de Madrid” la interpretación evolucionaba de forma natural y el verso nunca estaba al margen del trabajo actoral. Desde luego ustedes pueden pensar que con mi pasado rural qué tipo de teatro había visto para albergar una apreciación tan simple, no lo niego, mi amor al teatro no excluía mi ignorancia y las ganas de aprender, precisamente el trabajo y la trayectoria de la Compañía Micomicón me han enseñado a reconocer en la puesta en escena el proceso previo de análisis de las obras, y en el teatro clásico la necesidad de investigar la estructura y la métrica de los versos, y evitar ese innecesario recital frenético de ripios, agotador y confuso, que, en mi opinión, entre otras cosas ha alejado a muchos jóvenes espectadores aportándoles una idea muy equivocada de lo que realmente es el verso.
Tal vez, a estas alturas, mencionar tanto mi ignorancia y tratar de explicar que este punto de vista es personal, de un espectador cualquiera, de un amante del teatro, les lleve a la conclusión de que me he perdido más de lo que he visto. Seguramente muchos eruditos sabrán diferenciar la correcta interpretación del verso mientras yo aparezco aquí escribiendo y manifestando impulsos afectivos y emocionales, tratando de hacer una crítica teatral y olvidándome de otros aspectos más racionales y reflexivos. Qué le vamos a hacer, para mí la puesta en escena del “Acero” me llevó a gozar el texto, a comprender la obra, ya que el trabajo de los actores servía incluso para entender palabras desconocidas del castellano antiguo que se clarificaban con la interpretación. Estas sensaciones las he tenido en alguna ocasión asistiendo a Festivales Internacionales y a montajes de obras de teatro desconocidas y representadas en otro idioma, con un buen trabajo de interpretación y dirección entendía perfectamente el argumento.
Por eso, permítanme, quiero destacar algo tan obvio en esta profesión como el trabajo previo de investigación, identidad de este grupo en todos sus montajes, hacia el texto, la época, la historia, las costumbres, el vestuario, el pensamiento, el arte y la cultura, que en el caso del “Acero” fueron trasladados al siglo XVIII, trabajo realizado pensando no sólo en los actores, también en el espectador desde donde me animo a expresar mis opiniones.
Esta es por tanto la crónica de un espectador que ha visto todos los montajes de la Compañía Micomicón y toda esa carga de subjetividad la quiero dejar expuesta antes de que algunas reflexiones prosaicas me hagan parecer más un interesado colaborador animado a lanzar una exaltación de vulgares alabanzas que surgen de forma espontánea. Todo lo contrario, mis palabras nacen de la complicidad del espectador con la compañía, la que tuve entonces con el “Acero de Madrid” y la que sigo teniendo hoy después de asistir al último montaje.
Por último, no sé qué pensarán ustedes si a todo lo escrito hasta ahora añado una palabra que también, en mi opinión, define la grandeza de esta compañía: Sobrevivir... Cuando es inevitable pensar que un gran mal afecta a los grupos profesionales de Madrid, paradójicamente escasean, y no es posible valorar trayectorias donde la estabilidad y la continuidad permitan reconocer a lo largo del tiempo el trabajo y la aportación al teatro. Madrid, la ciudad de los teatros, es el peor escenario posible para construir un sueño como el de Micomicón, crear una compañía estable, comprometida, capaz de aportar innovación y talento, obteniendo un reconocimiento del público.
He visto a Micomicón crecer de forma imparable, su éxito ha traspasado fronteras y hoy desde mis recuerdos, el estreno del “Acero” queda muy lejos pero no así la identidad, el compromiso, la perfección, el respeto al actor.
Yo quiero sumarme con la fe del espectador al momento presente en el que podéis desplegar vuestro repertorio y demostrar que es posible, que el teatro no está en crisis, que habéis sobrevivido, que el nombre “Micomicón” es garantía y motivo para animar a los indecisos a acudir al teatro porque saldrán con esa maravillosa sensación que yo he ido teniendo después de cada estreno.
Va por vosotros, aquí un espectador, una parte del público que os acompañó, gracias por mantener esta pasión encendida. Gracias por no haber cedido, gracias por sobrevivir.
Gracias Laila y Mariano, vosotros habéis sido el alma y el motor de esta aventura y ahí seguís con la misma fuerza y aún con más ganas, y gracias a tantos actores maravillosos que formaron parte del “Acero de Madrid”: Juanjo, Patiño, Pepa, Yiyo, Puchi, Aurora, Manu, Mª José, Santi, Janfri, José Luis..., y los que haya podido olvidar, este espectador os vuelve a dar las gracias.

Kike Torres Infantes
Poeta y Dramaturgo

Intérpretes

Lisardo: Juan José Artero
Riselo: Mariano Llorente
Beltrán: Adolfo Pastor / Yiyo Alonso
Belisa: María José Arjona
Teodora: Aurora Herrero
Leonor: Olga Cuadrado
Octavio: Santiago Nogales
Prudencio: Janfri Topera / José Luis Santos
Florencio: Manuel Agredano
Marcela: Pepa Pedroche / Puchi Lagarde
Guitarra: Juan Carlos Torres

Ficha

Autoría: Lope de Vega
Escenografía: Laila Ripoll
Vestuario: La Lagarta
Iluminación: Javier Botella y Juan Ripoll
Música Original: Juan Carlos Torres
Producción: José Luis Patiño
Ayte. Dirección: Luis Sánchez
Versión Y Dirección: Laila Ripoll

Producido por:

Producciones Micomicón

Distribuido por

Micomicón Teatro

Fotografías

Fotos:

(Desconocido)

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