Trilogía de la memoria

Perpetua esconde un secreto oscuro, muy oscuro que se pierde entre girones de niebla y años.

Estrenado el 31 de octubre de 2010 · Teatro García Lorca de Getafe

Sinopsis

Perpetua vive acostada desde tiempos inmemoriales. Sus dos hermanos, Plácido y Pacífico, atienden sus necesidades y se ocupan de la casa. Entre los tres sostienen un lucrativo negocio basado en las cualidades de Perpetua. Y es que Perpetua es santa. Santa y visionaria. Es capaz de predecir el futuro, de ver el presente y el pasado, de hacer que se preñen las mujeres estériles, de encontrar novio a las que ya han perdido la esperanza, de curar la gota y el asma, aliviar los dolores y quitar la tos, y, en sus ratos libres, conversa con sabiduría con los canónigos de la Catedral.
Pero Perpetua esconde un secreto oscuro, muy oscuro que se pierde entre girones de niebla y años.
A Perpetua le remuerde la conciencia y la conciencia es como la propia muerte, no se la ve venir. No se escapan a la sorpresa de su encuentro ni las Santas ni las visionarias.
El mundo perfecto de visitas, visiones, bendiciones y canónigos se desmorona como un castillo de naipes con la aparición de un cuarto personaje, Zoilo, que pondrá patas arriba todo el universo de los tres hermanos.
Desde ese momento nada volverá a ser lo mismo.

“Sin memoria no hay mañana, sin memoria no hay avenir”

"Santa Perpetua" cierra una trilogía que empezó, a principios de este siglo, con ATRA BILIS. Podríamos llamarla TRILOGÍA DE LA MEMORIA, en la que los recuerdos, lo paranormal, lo esperpéntico, el humor y la mala leche se dan la mano y juegan al corro de la patata.
Otra vez Borges, y Valle Inclán, y Rulfo, y la tradición musical española, y las abuelas, y los cuentos de vieja al amor de la lumbre, y las castañas por el día de los santos, y la superstición, y la raya de Portugal, y el café con leche, y Santa Bárbara cuando truena, y los tontos, y los listos y, cómo no, España con sus tres culturas y don Antonio Machado.

Intérpretes

Manuel Agredano
Marcos León
Mariano Llorente
Juan Ripoll
Antonio Verdú

Ficha

Escenografía: Arturo Martín Burgos
Vestuario: Almudena Rguez. Huertas
Iluminación: Luis Perdiguero
Música Y Bailes: Marcos León
Sonido Y Regiduría: Antonio Verdú
Producción Y Distribución: Joseba García- A Priori
Ayudantía De Dirección: Ana Varela
Texto Y Dirección: Laila Ripoll

Producido por:

Producciones Micomicón

Distribuido por

A Priori Gestión Teatral
Joseba García
apriorigt@apriorigt.com

Video

Fotografías

Fotos:

David Ruiz

Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz Santa perpetua @David Ruiz


Premios recibidos



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Premio GARNACHA al mejor actor a Marcos León

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Finalista Premio Valle Inclán a la Mejor autoría Laila Ripoll



La trilogía de la memoria está compuesta por Atra bilis (cuando estemos más tranquilas), Los niños perdidos y Santa Perpetua.

“Ripoll ha creado un mundo dramático muy particular de convivencias insólitas y de personajes, vivos y muertos, inolvidables. Ha empleado técnicas estructurales complicadas sin perder el hilo de historias alborotadoras y entrañablemente humanas. Seguramente, desafían cualquier fecha de caducidad inmediata.”
Iride Lamartina-Lens
Universidad de Pace (E.E U.U.)

“La trilogía de la memoria es la imagen de una España siniestra y oscura, heredera de la que mostraron acremente Goya, Valle-Inclán, Antonio Machado -a quien se rinde expreso homenaje en Santa Perpetua- o Lorca. Esa España intolerante, brutal, fanática y fratricida Esa España obcecada y recalcitrante que ha lastrado la convivencia y la concordia, que ha obstaculizado el progreso. Que ha expulsado, reprimido y asesinado.
El teatro de Laila Ripoll, cuyo máximo exponente es esta trilogía, se empeña en dejar constancia de esa memoria. En recoger las bravuconadas que algunos siguen profiriendo y otros pretenden negar que se pronunciaran nunca. Pero su teatro se aventura también en el territorio de las voces ahogadas, de los silencios impuestos, de los olvidos sobrevenidos, en busca de la palabra de aquellos a quienes se negó la palabra. La dramaturga ha construido un universo escénico de voces anónimas, voces de seres a los que la Historia privó de nombre. Voces rotas, fragmentadas, recurrentes, inopinadas, corales. Y de voces limpias, poderosas, vibrantes. Un teatro polifónico, reivindicativo y hermoso, lírico y desgarrado. Voces convocadas para conjurar la amnesia. La obra dramática de Laila Ripoll ofrece, en suma, el doloroso testimonio de una amputación. Muchas de las imágenes de su teatro sugieren, con hiriente plasticidad, las facetas de esa gigantesca e irreparable amputación.”

Eduardo Pérez Rasilla